martes, 11 de agosto de 2015

Isabel Gabriela de Baviera.


belgica191 Isabel de Francia.
                          La reina Isabel de Bélgica en 1919
Alliance_Coat_of_Arms_of_King_Albert_I_and_Queen_Elisabeth.svg Reina consorte de los belgas nació en Possenhofen, 25 de julio de 1876 y falleció en  Bruselas, 23 de noviembre de 1965), era hija del Duque Carlos Teodoro en Baviera, miembro de una rama menor de la familia real bávara y hermano de la famosa Sissi; y de la infanta María José de Portugal, hija del destronado Miguel I. Se casó en Múnich el 2 de octubre de 1900 con el Príncipe Alberto de Bélgica.
Isabel se crio en un ambiente liberal y anticlerical, donde su padre, a quien la guerra de 1870 había hecho despreciar la vida militar, había abandonado el ejército para comenzar estudios de Medicina. Apasionado de la oftalmología, instala una clínica en Possenhofen, que mantiene con su dinero y donde él mismo opera a pacientes, asistido por una enfermera que es su propia mujer. Aquí aprenderá Isabel la profesión de enfermera.
Conoció al que sería su marido en 1897 en Dreux, durante los funerales de Sofía Carlota de Baviera, duquesa de Alençon, tía de Isabel, que había muerto en el incendio del Bazar de la Charité. Tres años después se prometerá con este joven tímido, serio y pesimista, con el que chocarán en más de una ocasión su vivacidad y su fantasía.
Alberto, se enamoró perdidamente de la preciosa Isabel de Francia, hija del Conde de Paris y hermana de Felipe duque de Orléans. Los condes de Flandes, estaban encantados con la elección de su hijo ya que Isabel, no sólo era una de la princesas más lindas si no era conocida por ser brillante e inteligente ( como lo eran los Orléans en esa época ).
Isabel, era tan bonita que el mismo Francisco José I de Austria, pidió su mano una vez viudo de Sissi, Isabel, lo pensó pero no aceptó debido a la diferencia de edad
Leopoldo II, opinó lo contrario, pensó que siendo Isabel la hija y hermana del jefe de la Casa Real de Francia , el gobierno francés se podía molestar y se negó a autorizar el matrimonio porque según  sus palabras era un " asesinato político ".
La pareja vivirá hasta la muerte del tío de Alberto, Leopoldo II de Bélgica, y su ascensión al trono en 1909, en el Hotel Assche en Bruselas, donde nacerán los tres hijos del matrimonio:
Rosa rojaLeopoldo (1901-1983), futuro Leopoldo III de Bélgica.
Rosa rojaCarlos (1903-1983), héroe nacional durante la Segunda Guerra Mundial y regente en 1944 mientras su hermano está prisionero de los alemanes.
Rosa rojaMaría José (1906-2001), reina de Italia por su matrimonio con Humberto II, reinando sólo durante el mes de mayo de 1946, tras lo cual se proclamó la república.
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Aunque nacida en Alemania, la reina toma partido por los Aliados y por la independencia de Bélgica desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, y dice que entre su familia y ella hay "un telón de hierro que ha caído para siempre". Tras poner a salvo a sus hijos en Inglaterra, vuelve para estar con su marido, compartiendo durante cuatro años su vida espartana y peligrosa en el frente de La Panne. La Reina enfermera organiza hospitales de campaña, alienta a los médicos, cura a los heridos cuando hace falta y crea, para elevar la moral de las tropas, la Orquesta Sinfónica del ejército en campaña.
Tras la guerra hace una gran labor con los huérfanos, los heridos, los mutilados, y emprenderá otras tareas que no le impedirán dedicarse al resurgimiento de la vida cultural belga. Ella también era una artista -escultora y violinista de talento-, amante de la música, creará el concurso musical Reina Isabel, de renombre internacional. Todo le apasiona: los viajes, la ciencia, la egiptología (el 13 de febrero de 1923, junto con Lord George Herbert de Carnarvon y Howard Carter entra en la tumba nunca penetrada de Tutankhamón), las obras de Tagore y el yoga, el canto de los pájaros -sobre el que publica una obra científica- y, sobre todo, las relaciones humanas. Sus encuentros con personajes tan dispares como Einstein, Colette, Pau Casals, Romain Rolland, Dom Columba Marmion, Verhaeren, Loti y otros, acabarán por convertirse en amistades con las que mantiene frecuente correspondencia.
Tras la muerte de Leopoldo III y de su nuera, Astrid de Suecia, la Segunda Guerra Mundial supone una nueva prueba para Isabel, más cuando algunos políticos franceses la acusan de pro-nazi.
Al acabar la guerra, la reina acrecentará sus obras de caridad, sociales y médicas, que recibirán un inmenso apoyo. Pero con el paso de los años, el lado bávaro de Isabel, excéntrico y anticonformista, se acentuará contradiciendo sus causas con sus ideas izquierdistas, sus convicciones pacifistas, sus viajes a la Unión Soviética y China, y su declarada simpatía por Kruchev, Fidel Castro e incluso Lenin. A pesar de ello, su octogésimo cumpleaños es celebrado en medio del regocijo popular.
Isabel murió de un infarto en el castillo de Stuyvenberg, donde vivía desde 1951.

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Alberto estuvo desconsolado y su padre el Conde de Flandes, también.
Isabel de Francia, después se casó con su primo el duque de Gusa y fue hija, hermana, esposa y madre de Jefes de la Casa Real de Francia.
Alberto de Bélgica, pensó en otra candidata: la archiduquesa Isabel de Austria " Erzi ", hija de Rodolfo y Estefanía y nieta De Fco-José y de Leopoldo II.
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                                     Isabel de Austria Erzi


Pensó que su tío estaría feliz de ver en el futuro a su nieta como reina de Bélgica, pero ni Leopoldo II, ni los Condes de Flandes, permitieron este matrimonio.

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              Las tres hermanas, Gabriela, Isabel y Sofía de Baviera.
A Alberto, le gustaron Sofía y Gabriela, pero ellas ya estaban secretamente comprometidas con el Conde de Toerring-Jettenbach y con el príncipe heredero de Baviera.
Tampoco le resultó con la linda Matilde de Baviera, ya que estaba también prometida con un príncipe de Sajonia-Coburgo.
Alberto, entonces se fijó en la princesa que iba quedando soltera: Isabel de Baviera.
Isabel, estaba enamoradísima de Alberto, había dicho que o se casaba con él o se quedaba soltera.
Por su parte Alberto, se sentía tan a gusto con ella que no se dio ni cuenta cuando ya se había enamorado de Isabel.
Leopoldo II, dio la autorización, todos estaban felices menos el conde de Flandes.
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                       Isabel de Baviera y Alberto de Bélgica.

Isabel, era dominante y posesiva, le escribía miles de cartas por día cuando estaban separados, quería saber todo sobre el novio además era muy celosa, pero el buen marido jamás le dió motivo para serlo.
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Por el palacio real de Bélgica pasaron artistas, filósofos, matemáticos, políticos..... todos invitados por la reina Isabel.

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                   La reina Isabel y su hijo mayor Leopoldo (III)
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El segundo hijo Carlos-Teodoro, se llamó así por el padre de la reina el duque Carlos-Teodoro en Baviera, hermano de Sissi y muy famoso médico oftalmólogo.

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Después llegó María-José, se llamó así en honor a su abuela materna la infanta M.José de Portugal.
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                   Con la abuela paterna la condesa de Flandes.

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                                La reina Isabel y sus hijos.

Los hijos fueron educados de manera firme, eran muy consientes de su rango, pero a la vez estudiaron en colegios con otros niños.
Hablaban francés, flamenco, inglés y alemán.
Carlos, siempre resintió el favoritismo excesivo de su madre hacia Leopoldo.
Isabel, era tan hacendosa que las horas del día no le alcanzaban para hacer todo lo que quería por lo que muchas veces durante la noche se la oía tocar el violín, instrumento que tocaban a la perfección los tres hijos junto con el piano.
El príncipe heredero Leopoldo, junto a sus hermanos fue enviado a Inglaterra durante la guerra, quedaron a cargo de la institutriz y de la familia real inglesa. Los príncipes estudiaron en Eton.
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                   La princesa era una verdadera belleza a esta edad.
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Cuando cumplió 18 años, los padres le regalaron esta tiara que había sido de su abuela la condesa de Flandes.
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                                         Los pendientes.
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                      Escudo de Isabel Gabriela de Baviera

martes, 28 de julio de 2015

Luis I de Portugal.


          Casa de Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha

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Coat_of_Arms_of_the_Kingdom_of_Portugal_(1640-1910) Luis Felipe María Fernando Pedro de Alcántara Antonio Miguel Rafael Gabriel Gonzaga Xavier Francisco de Asís Juan Augusto Julio Valfando de Sajonia-Coburgo-Gotha y Braganza

Apodado el Popular, nació el 31 de octubre de 1838,  y murió el 19 de octubre de 1889 en la ciudadela de Cascais. Fue el segundo hijo de la reina María II y de Fernando de Sajonia-Coburgo, subió al trono de Portugal tras la muerte de su hermano, Pedro V, y se casó por poderes con doña María Pía, hija del rey del Piamonte, Víctor Manuel.

Dotado de un notable temperamento artístico, el príncipe Luis fue educado primorosamente desde su más tierna infancia; en sus ratos de ocio se dedicaba a leer a Shakespeare, su autor favorito, y a tocar el violín, instrumento en el que era un consumado maestro. Luis era un hombre culto, aficionado a escribir poesía. Sin embargo, no poseía capacidades políticas, ya que se vio envuelto en este mundo tras la muerte de sus dos hermanos Pedro y Fernando en 1861 como consecuencia de una epidemia de cólera. El reinado de Luis se caracterizó por una serie de cambios de gobierno, formados en diversas ocasiones por los liberales y otras por los conservadores. Durante su gobierno, Portugal se devaluó en relación con otros países europeos en términos de educación, política, estabilidad, progreso tecnológico y estabilidad económica. En temas coloniales, la bahía de Delgoa se confirmó como posesión portuguesa en 1875 mientras que las actividades belgas en el Congo negaban a Portugal un terreno entre Angola y Mozambique. Durante su dilatado reinado, el país gozó de un período de calma, tan sólo tuvo que enfrentarse en serio con el pronunciamiento de Saldanha, del año 1870. En el año 1869, el duque de Saldanha, militar de gran prestigio y embajador en Londres, pidió al rey que le nombrase comandante en jefe del ejército portugués, petición que fue declinada por el gobierno, lo que provocó el descontento de los numerosos seguidores del militar, quienes prepararon una manifestación de simpatía hacia el líder el 1 de diciembre de 1869, en el teatro Doña María II; sin embargo, la inmensa mayoría del público acogió con pitos y muestras de desaprobación al conde, lo que provocó que éste y sus seguidores fraguaran un pronunciamiento que tendría lugar en la madrugada del 19 de mayo de 1870 y, a raíz del cual, las tropas obligaron al monarca a aceptar al conde en el gobierno, a lo que accedió, con la intención de evitar males mayores. El conde de Saldhana aglutinó en su persona la presidencia del Gobierno y las carteras de Guerra y de Negocios Extranjeros.

A parte de este último incidente, el resto del reinado de Luis I fue un período de paz que posibilitó la recuperación de Portugal en múltiples aspectos, tanto en política exterior como interior, y en la vida cultural del país. Luis I, en su deseo de proyectar a Portugal hacia el mundo exterior, y en concreto en Europa, apoyó las Conferencias Democráticas del Casino, foro donde se daban cita lo más granado de la progresía portuguesa y europea. También se preocupó por no perder posiciones en la política expansionista y colonial que los países europeos practicaban en el continente africano. Envió expediciones, comandadas por Serpa Pinto, al cabo Benguela (1877) y al curso del río Zambeze (1878), que llegaron hasta las cataratas Victoria y exploraron regiones hasta el momento desconocidas para Europa, lo que permitió rectificar muchos de los lugares nombrados anteriormente por el famoso explorador Livingstone. En el año 1884 financió otra expedición, al mando de Hermenegildo Capelo y Roberto Iveus, que atravesó África, desde Luanda hasta Tete, además de otras más expediciones, todas ellas con el mismo objetivo científico y económico para la Corona.

Luis fue sobre todo un hombre de ciencia, con una especial pasión por la oceanografía. Invirtió gran parte de su fortuna en financiar barcos de investigación dedicados a recoger especímenes en los océanos del mundo. Fue el responsable de la creación de uno de los primeros acuario del mundo, el Vasco da Gama en Lisboa, que sigue aún abierto al público, incluyendo un calamar de 10 metros de largo. Su amor por las ciencias y cosas nuevas fue pasado a sus dos hijos.

Rosa rojaCarlos Fernando Luis María Víctor Miguel Rafael Gabriel Gonzaga Javier Francisco de Asís José Simón, nació 28 de septiembre de 1863 y 1 de febrero de 1908

Rosa rojaAlfonso Enrique María Luis Pedro de Alcántara Carlos Humberto Amadeo Fernando Antonio Miguel Gabriel Gonzaga Javier Francisco de Asís Juan Augusto Julio Ignacio,

Nació 31 de julio de 1865 y falleció el 21 de febrero de 1920.

A partir del último cuarto de siglo, la política interna portuguesa, tanto tiempo en relativa calma, entró en un proceso de transformaciones y crisis que a la larga acabaría afectando seriamente a la monarquía lusa. El 7 de septiembre de 1876, mediante el Pacto de la Granja, se fundieron el Partido Histórico y el Partido Reformista, en el Partido Progresista que, a partir de ese momento, sería el único aglutinador de los ideales liberales y progresistas del país, y en el que se encontraban los personajes más influyentes e importantes de la vida política. El nuevo partido presionó al rey para que introdujera ciertas reformas liberales en la Constitución del país, cuya finalidad era establecer condiciones de libertad (políticas, sociales, de asociación) y de igualdad (ampliación del sufragio electoral, mayor representación en la cámara de las minorías sociales).

La fuerza progresista hizo especial hincapié en la descentralización administrativa y en la necesaria revisión del poder judicial, de la legislación tributaria, del ejército y de las sociedades bancarias. El rey Luis I, en vez de aceptar las propuestas aperturistas de los liberales, optó por patrocinar al Partido Regeneracionista, liderado por Fontes. Esta reacción conservadora del rey provocó las protestas de los progresistas, los cuales se dedicaron desde entonces a dirigir ataques y acusaciones directas contra la persona del rey. Mariano de Carvalho, en el Diario Popular, Emidio Navarro, en El Progreso, y Joaquim Martins de Carvalho, en El Conimbricense, publicaron una serie de artículos muy violentos contra Luis I, cuyo resultado fue la caída del Gobierno de Fontes, en el año 1879. Luis I no tuvo más remedio que llamar a los progresistas para formar un nuevo Gobierno.

Mientras tanto, el republicanismo portugués, que hasta entonces sólo había sido una mera manifestación intelectual defendida por unos pocos liberales desde los tiempos de las Conferencias Democráticas del Casino, comenzó a tomar cuerpo y a ser una palpable realidad política que se materializó en el año 1878, con el ingreso en la Cámara del primer diputado republicano, Rodríguez de Freitas, elegido por la ciudad de Oporto. En el año 1880, el Partido Republicano se vislumbraba como una fuerza política importante y a tener en cuenta en el panorama político luso.

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martes, 30 de junio de 2015

Fabiola de Mora y Aragón-Bélgica

                 Casa Real Sajonia-Coburgo-Gotha.
                              Reina consorte de los belgas.
FABIOLA DE BELGICA

Rosa rojaFabiola de Bélgica (Fabiola Fernanda María de las Victorias Antonia Adelaida de Mora y Aragón), (Madrid, 11 de junio de 1928).
Su Majestad la Reina viuda Fabiola de Bélgica es la cuarta hija de Gonzalo Mora y Fernández, Riera y del Olmo, marqués de Casa Riera y conde de Mora (1887-1957) y de doña Blanca de Aragón y Carrillo de Albornoz, Barroeta-Aldamar y Elío, marquesa de Casa Torres (1892-1981). Su madrina de bautizo fue la reina Victoria Eugenia de España. Es hermana de Jaime Mora y Aragón.
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En el año 1960, finalmente dieron a conocer su relación mediante el anuncio de su compromiso.
Por motivos políticos, durante su niñez la familia residió en diversas ciudades europeas, primero en la localidad francesa de Anglés, cuando se proclamó en España la Segunda República, más tarde en París, y finalmente, durante la Guerra Civil, en la ciudad suiza de Lausana.
Sus estudios primarios los realizó en Roma y París, Tras dos exilios, regresó a España con 11 años. Cuando cumplió 18 años se incorporó a la sanidad militar para iniciar los cursos de enfermera y a los 29 años ya trabajaba en el hospital militar Gómez Ulla de Madrid. Hablaba a la perfección cuatro idiomas -francés, inglés, alemán e italiano. Antes de su matrimonio, publicó un álbum de doce cuentos de hadas (Los doce Cuentos maravillosos), uno de los cuales (Los nenúfares indios) conseguiría su propio pabellón en el parque de tema Efteling (Holanda) en 1966.  Cuentos infantiles, que vieron la luz en revistas españolas como Tin, Tan.

fabiola36--a Con el paso de los años, se supo el curioso dato de que, durante sus meses de novios, Balduino puso a Fabiola el cariñoso seudónimo de ‘Ávila’, por ser ésta la ciudad natal de Santa Teresa

Se convirtió en reina consorte de Bélgica a raíz de su matrimonio con el rey Balduino I en 1960. En 1990, las profundas convicciones católicas de los reyes de Bélgica les hicieron renunciar al trono durante un día para no ratificar una ley que establecía la posibilidad de interrumpir el embarazo, lo que no les impidió retomar la Corona al día siguiente, cuando el Parlamento ya había firmado dicha ley.

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Fabiola soberana de los belgas llevaba viviendo 38 años, desde diciembre de 1960, en el palacio real de Laeken.Los jardines del castillo fueron diseñados siguiendo con las instrucciones del popular paisajista, Lancelot Brown.
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Fue la reina consorte de los belgas durante el reinado de su marido Balduino I. Contrajeron matrimonio el 15 de diciembre de 1960 y ese mismo día iniciaron su luna de miel en España, concretamente en Hornachuelos, (Córdoba). La pareja real no tuvo descendencia, sufriendo 5 abortos, por lo que fue llamado al trono de los belgas el hermano menor de Balduino, Alberto II, casado con la princesa Paola Ruffo di Calabria, actual reina consorte.
Rey Balduino y Fabiola de Mora y Aragón. 15 de diciembre de 1960
Durante el reinado de su esposo, el rey Balduino I, hasta su muerte, Fabiola de Bélgica recibió el tratamiento de Su Majestad Fabiola, reina de los Belgas. Tras la muerte de su esposo, su título cambio a Su Majestad la Reina Fabiola de Bélgica.
La Reina Fabiola de Bélgica está muy vinculada a su país natal, ya que desde siempre lo ha visitado muy a menudo, teniendo un vínculo especial con Madrid y Navarra, por sus familiares y en esta última, tiene un palacete en la localidad de Elío (Navarra), una de sus residencias de verano en España, y por la amistad con aristócratas y nobles de Pamplona.
El 3 de octubre de 2009, fue recibida como Señora Divisera del Ilustre Solar de Tejada, la corporación nobiliaria más antigua de España, dado que Doña Fabiola de Mora y Aragón desciende, por línea materna, de varias generaciones de señores de Tejada, naturales de Aldeanueva de Cameros, en el siglo XVII.

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De color blanco, con adornos de piel y una larga cola. Estos son algunos de los detalles del majestuoso vestido nupcial que la reina Fabiola que lució el día de su boda 15 de diciembre de 1960- con el rey Balduino de Bélgica, fallecido en 1993. Se trataba de un elegante diseño creado por Cristóbal Balenciaga. Ahora, casi 42 años después de mostrarse en la ceremonia nupcial, esta creación podrá admirarse en la Fundación que lleva el mismo nombre del diseñador español.
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Firma de actas durante la boda civil de Balduino y Fabiola
                       Firma de  actas durante la boda.
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Balduino y Fabiola de Bélgica con Juan XXIII (Fabiola en ese momento estaba embarazada
Balduino y Fabiola con Juan XXIII.(Fabiola en ese momento estaba embarazada).
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Pese a ser familiares consanguíneos no suyos, sino de su marido, Fabiola siempre se consideró en familia con ellos. Todos estuvieron junto a ella en sus últimas horas, demostrándole un enorme amor.
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domingo, 28 de junio de 2015

María Pía de Saboya reina Portugal.

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María Pía, princesa de Saboya, nacida el 14 de febrero de 1847.
Se convirtió en reina de Portugal a raíz de su matrimonio con Luís I, celebrado en Lisboa el 6 de octubre de 1862.
Su marido, Luís, fue apodado por los portugueses "O Popular". Durante sus años en el trono, a instancias suyas, se abolieron la esclavitud y la pena de muerte en sus dominios. A la vez, María Pía se ganó el cariño del pueblo por su extraordinaria compasión hacia los desvalidos. Hubo episodios conmovedores que le valieron el apelativo de el Angel da Caridad, como, por ejemplo, su impulsiva reacción al recibir la noticia del gran incendio que había arrasado el teatro Baquet en la ciudad norteña de Porto: aunque un formidable temporal desaconsejaba embarcar en Lisboa rumbo a Porto, María Pía insistió en viajar de inmediato afrontando el peligro con tal de poder reconfortar y auxiliar a los damnificados. Paradójicamente, María Pía también era una reina que disfrutaba adquiriendo trajes y complementos, así como llenando de alhajas sus joyeros, lo cual le mereció fama de "reina elegante" en toda Europa. Cuando se enteró a través de un ministro de que muchos le reprochaban esa sofisticación que costaba un dineral, se limitó a responder, con clara frialdad: "Quien quer rainhas paga-as!" (Quien quiere reinas, las paga).
MARÍA PÍA, REINA DE PORTUGAL
Esa mujer sensible y artística, vivaz e inteligente, compasiva pero con sus momentos de alegre frivolidad, sufrió mucho en la última etapa de su vida. El hijo mayor e indudable preferido, Carlos, que había ascendido al trono a la muerte del padre con el nombre de Carlos I, falleció en un horrible atentado que también se cobró la vida del hijo mayor de Carlos, el príncipe heredero Luís Felipe. La reina Amelia, nuera de María Pía, se salvó casi de milagro, al igual que el segundo hijo, Manuel, convertido, de repente, en rey Manuel II. Manuel II se mantuvo poco tiempo en el trono, sin embargo. A partir de octubre de 1910, María Pía, al igual que su nuera y su nieto, conocería la amargura del exilio. Y, en cuanto a su otro hijo, Alfonso, duque de Porto, le daría la puntilla a la orgullosa dama cuando contrajo matrimonio morganático con una norteamericana que llevaba ya a cuestas nada menos que TRES divorcios...
A decir verdad, todo empezó en la ciudad de Stupinigi, situada a unos diez kilómetros de Turín, capital del Piamonte. Stupinigi se hallaba particularmente vinculada a la dinastía de Saboya, firmemente establecida en aquella región al norte de la península italiana. El Castelvecchio, una típica fortaleza medieval, había sido la residencia de los los "Señores de Piamonte" de la rama Saboya-Acaya, así denominados porque, en una época concreta, también habían ostentado el rango de príncipes de Acaya en Morea, en la península helénica. Tiempo después, el mismo Castelvecchio había servido de hogar a los duques de Saboya, descendientes de los anteriores. Asimismo, con el paso del tiempo, esos duques de Saboya que se transformarían en reyes de Cerdeña y del Piamonte mandaron construir en Stupinigi el Palazzina di caccia di Stupinigi. Teóricamente, se trataba de un "pabellón de caza", pero, como se construyó a gran escala y sin escatimar en lujos, se transformó en un soberbio palacio.
Esa tradición que unía a los Saboya con la localidad de Stupinigi hizo que el día 12 de abril 1842 se celebrase allí un matrimonio de notable relevancia para la dinastía. El entonces príncipe heredero Vittorio Emanuele, hijo del rey de Cerdeña y Piamonte Carlo Alberto con su esposa habsburguesa María Teresa de Austria-Toscana, se casaba con una llamada María Adelaide. Se daba la circunstancia de que María Adelaide tenía por madre a Elisabetta de Saboya-Carignano, una de las hermanas del rey Carlo Alberto. Por otro lado, el padre de María Adelaide era el archiduque Rainer de Habsburgo-Lorena, hijo del emperador Leopold II y de la española mujer de éste, María Ludovica, quienes resultaban ser abuelos paternos de María Theresia de Austria Toscana. Como por esa época una amplia área geográfica al norte de la península italiana, el Lombardo-Veneto, pertenecía al imperio austríaco, el archiduque Rainer desempeñaba allí funciones de virrey, presidiendo, junto a su esposa saboyana María Elisabetta, la "corte" virreinal establecida en Milán.
En cierto sentido, el enlace entre Vittorio Emanuele...

         Vittorio Emanuele. y su doble prima María Adelaide...

parecía un bonito apaño que resolvería como por arte de magia las fricciones pre-existentes. Los Saboya de Cerdeña-Piamonte ya urdían la trama de un proceso de unificación de la península italiana que les acabaría haciendo reyes de Italia. Obviamente, el primer escollo que tenían que salvar los Saboya de Cerdeña-Piamonte era la fuerte presencia de Austria en el norte, concretamente en el Lombardo-Véneto. Cualquiera que supiese por dónde soplaban los vientos de la historia, comprendería que el casamiento de Vittorio Emanuele con María Adelaide no íba a significar ninguna variación en las relaciones entre Turín y Milán. Ni Carlo Alberto ni Vittorio Emanuele podrían evitar una escalada de tensión paulatina con el archiduque Rainer, por mucho que se reforzasen los lazos de parentesco de por sí bastante notables.
                                MARÍA ADELAIDE


                Dos retratos de María Adelaide de Habsburgo.
María Adelaide es una de esas mujeres que inspiran profunda simpatía. De naturaleza suave y complaciente, se enamoró de quien tenía que enamorarse: el primo con el cual la casaban en un intento por apaciguar unas aguas que ya bajaban revueltas, amenazando con salirse de cauce y anegarlo todo. La joven princesa se empeñó en convertirse en la más solícita y devota de las esposas para un marido bastante indiferente hacia su delicada belleza. Ni siquiera el nacimiento de ocho hijos en trece años de unión conyugal sería reflejo de un creciente afecto de Vittorio Emanuele hacia María Adelaide. Él la apreciaba y apreciaba el hecho de que ella proveyese constantemente hijos e hijas para la orgullosa casa de Saboya. Pero, sin embargo, Vittorio Emanuele no hizo nada para ahorrarle sinsabores y penas a María Adelaide. En realidad, al suceder a su padre Carlo Alberto en el trono con el nombre de Vittorio Emanuele II en julio de 1849, Vittorio Emanuele dejó que sus hábiles ministros siguiesen incrementando la hostilidad hacia la presencia austríaca en Lombardo-Véneto, algo que hacía daño a una María Adelaide que adoraba a su padre Rainer. En un sentido más privado, María Adelaide nunca ignoró las constantes y flagrantes infidelidades de Vittorio Emanuele.
Vittorio Emanuele era uno de esos hombres de fuerte líbido que no encontraba que el haberse casado por motivos puramente políticos con su amable prima restringiese su libertad de rondar a otras mujeres "de su gusto". Para colmo, justo cuando María Adelaide ya había tenido a sus primeros tres hijos (María Clotilde, Umberto y Amedeo), Vittorio Emanuele encontró la pasión de su vida en la apasionada Rosa Teresa Vercellana Guerrieri, a la cual los piamonteses denominarían "Bela Rosin". Mientras María Adelaide alumbraba su cuarto vástago, Oddone Eugenio, la relación de Vittorio Emanuele con su "Bela Rosin" era la comidilla en media península italiana. Y un mes después de que María Adelaide diese a luz a su quinto bebé, la niña a la que se bautizaría con el nombre de María Pía, la amante de Vittorio Emanuele, la "Bela Rosin", se quedó embarazada del primer hijo: sería una niña a la que se denominaría Victoria, diez meses menor que su medio hermana la princesa María Pía. El sexto hijo de María Adelaide, Carlo Alberto, nació casi a la vez que el segundo hijo de "Bela Rosin", un niño para el que se escogieron los nombres de Emanuele Alberto. Y, para enredar más las cosas, en esa época Vittorio Emanuele también le puso los cuernos a su querida "Bela Rosin" con la espabilada Laura Bon, que tuvo un bebé nacido muerto en la época en que María Adelaida alumbraba a su séptimo retoño, también fallecido nada más nacer.
Es fácil darse cuenta de lo que tuvo que sentir la apacible María Adelaida al ver que sus partos se sincronizaban con los partos de las amantes de su primo-marido. Sin embargo, ni se quejaba ni armaba escándalo, sino que buscaba consuelo en la religión y en las obras de caridad. Siempre rezaba para que su marido "hiciese las paces" con el imperio austríaco representado en la figura del virrey y para que "no siguiese atosigando" con movimientos de tropas a los Estados Pontificios. El sincero catolicismo de María Adelaide le hacía ver con franco horror los ataques territoriales de los piamonteses ávidos de expandirse hacia los territorios gobernados por el Papa.
Binóculos de la Reina María-Pía de Saboya, con diamantes rosas engarzados (1880). Binóculos de la reina Maria Pia, con diamantes rosas engarzados. (1880).
Esa mujer desgarrada en sus lealtades murió prematuramente, con treinta y tres años de edad, tras dar a luz a su octavo hijo. Su último embarazo había sido bastante difícil, añadiéndose a sus achaques físicos el inmenso golpe psicológico de asistir a la muerte de su hijo Carlo Alberto, de tres años. Aunque le quedaban con vida María Clotilde, Humberto, Amadeo, Oddone Eugenio y María Pía, María Adelaida se dejó inundar por la melancolía. El parto resultó largo y penoso, por lo que quedó en un estado de extrema debilidad. Falleció de unas fiebres puerperales dos días después de poner en el mundo a Vittorio Emanuele. Por desgracia, el bebé no sobrevivió a la infortunada madre durante más de cuatro meses.
Vittorio Emanuele II, rey de Cerdeña y Piamonte, se quedó viudo, con cinco hijos
Un bonito retrato en el cual se nos muestra a María Clotilde, Humberto, Amadeo, Odone y María Pía, los cinco hijos huérfanos de madre al fallecer Marie Adelaida:
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Desde el punto de vista afectivo, para los niños la muerte prematura de su devota madre fue lo peor que pudo haberles acontecido. Sólo quedaba su padre, pero el padre estaba demasiado ocupado con sus asuntos de gobierno en aquella época particularmente decisiva para el devenir de la península italiana y con sus amoríos. Vittorio Emanuele nunca tuvo demasiado tiempo para ofrecérselo a los chiquillos, aunque, sin duda, se interesaba por ellos, en especial por el desarrollo de su heredero, Humberto, y de la favorita, la niña de sus ojos, que siempre había sido María Clotilde.
Aquí tenemos una foto y un retrato, precisamente, de la primogénita, María Clotilde:


Puesto que era cuatro años mayor que María Pía, desempeñó a ojos de esta el papel de hermana protectora en especial a raíz de la muerte temprana de la madre de ambas. Las circunstancias hicieron que María Clotilde se centrase en arropar a sus hermanos menores, en especial a la benjamina, María Pía, que, sencillamente, la adoraba.
Uno de los momentos más duros en la infancia y juventud de María Pía se produjo a principios del año 1859. Tenía solamente once años, una edad en la que las emociones están a flor de piel. Por entonces, María Clotilde, a los dieciséis años, se comprometió en matrimonio con el príncipe Napoléon Joseph Charles Paul Bonaparte, apodado Plon-Plon. Plon-Plon, hijo nacido del matrimonio de Jerome Bonaparte, el hermano de Napoleón a quien éste había hecho durante un tiempo rey de Westphalia, y su esposa, la princesa Catherina de Württemberg, se encontraba en buena posición desde que su primo Napoleón se había convertido en el emperador Napoleón III de Francia. Dábase la circunstancia de que Napoleón III siempre había ayudado a Vittorio Emanuele a hacerse con una posición hegemónica que le permitiese acabar reinando sobre una Italia unificada. Así que la boda de Plon-Plon con María Clotilde tenía un gran significado, en términos dinásticos y políticos.
María Pía era demasiado joven para captar todo el entramado de intereses que culminaban en la boda de María Clotilde con Plon-Plon. Lo único que ella veía es que su hermana, celebrado el casorio, abandonaría Turín para establecerse en la lejana París con el marido Bonaparte que le habían asignado. Para María Pía constituía una gran pérdida.
La temprana boda de María Clotilde era también una señal de la plena disposición de Vittorio Emanuele a usar a sus dos hijas como peones en el tablero de ajedrez de los matrimonios dinásticos en cuanto alcanzasen la edad núbil. No había vacilado en entregar a su querida María Clotilde a Plon-Plon en cuanto ésta hubo alcanzado los dieciséis años de edad. Tampoco vacilaría en hacer lo propio con María Pía.
Ésta se transformó, en esos años, en una jovencita bastante guapa y sobre todo muy estilosa:


                         Otra imagen de la joven María Pía



Un partido muy ventajoso apareció en la figura de Luiz I rey de Portugal.
Luiz era un joven apasionado por las ciencias, en particular por la oceanografía, y que, además, mostraba cierto talento artístico, con una pasión hacia la poesía que le llevaba a componer sus propios versos. Hubiese sido feliz, plenamente feliz, desempeñando el papel de joven príncipe protector de artistas y científicos. Pero en 1861, la familia real portuguesa a la cual pertenecía se había visto duramente golpeada por una epidemia de cólera. En un breve lapso de tiempo, Luíz había visto morir a su hermano mayor, el rey Pedro V, y a uno de sus hermanos menores, el príncipe Fernando, a causa de aquella terrible enfermedad.
Pedro V no dejaba hijos: había estado brevemente casado, con la adorable Estefanía de Hohenzollern-Sigmarigen, que había muerto unos meses antes de que lo hiciese el marido sin haber consumado su matrimonio. Por tanto, a Luiz le correspondió suceder a su hermano bajo el nombre de Luiz I. La situación no le provocó ninguna alegría. Estaba sinceramente trastornado por la pérdida de sus hermanos...y convertirse en rey no era algo que él hubiese deseado en absoluto.
Pero las circunstancias se habían impuesto. Y esas mismas circunstancias le obligaban a casarse lo antes posible para garantizar la continuidad dinástica. El cólera que había matado a dos de sus hermanos en 1861 había enseñado una amarga lección a los portugueses: no sólo hacía falta tener siempre un heredero, sino un repuesto por si faltaba el heredero. Luiz no podía quedarse a esperar a que surgiese una princesa de su agrado. Tenía que salir a buscar una princesa que les conviniese.
Los Saboya eran una dinastía pujante. Poco antes, sólo habían gobernado Piamonte y Cerdeña, pero ya se vislumbraba en ellos a los futuros señores de toda Italia. Así que podía ser muy ventajoso ir atando lazos con la casa de Saboya. Vittorio Emanuele disponía de una hija casadera, María Pía, que agradaría a los católicos portugueses por el mero hecho de que, al haber tenido por padrino de bautismo a un Papa, había recibido con pocos días de edad la preciada "Rosa de Oro" que otorgaba el Sumo Pontífice.
Luís no tardó en solicitar la mano de María Pía

                                      Luis y María Pía


                              María Pía  en su niñez.


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https://youtu.be/vLN1rLKh85o
 
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