jueves, 7 de enero de 2010

* Jane Seymour, tercera esposa de Enrique VIII.

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Enrique VIII y Jane Seymour se comprometieron secretamente en Hampton Court, temprano, en la mañana del 20 de mayo, veinticuatro horas después de la ejecución de Ana Bolena. Al poco tiempo, el 30 de mayo de 1536 se celebró oficialmente el matrimonio en el "gabinete de la reina" en Whitehall.El 04 de junio fue públicamente declarada reina. Ella eligió como moto: "Obligada a obedecer y a servir".

Jane no pudo disfrutar de una gran coronación tal y como lo hizo Ana, la anterior consorte. Era verano y la peste se extendía por todo Londres. El rey le dijo que debería esperar hasta primavera para ser coronada. Pero se rumoreaba, que Enrique no tenía ninguna intención de hacerlo hasta que su esposa diera a luz a su ansiado hijo.

Se cuenta que era una dama que disfrutaba de los placeres sencillos. Adoraba los jardines y era una costurera experta, cuyo trabajo se exponía en los palacios reales más de un siglo después de su muerte. También le gustaban la caza y la pesca e iba de cacería siempre que podía.

Una de sus primeras medidas como reina, fue lograr la reconciliación entre Enrique VIII y su hija María. Consiguió que Enrique permitiera que Lady María regresara a la corte, donde le dio procedencia como "la primera después de la reina". Jane tomaba a María de la mano y caminaba con ella como su igual, y se negaba a ser la primera en cruzar las puertas. Apenas les separaban siete años de diferencia y se hicieron muy buenas amigas, además de compartir el fervor religioso por la vieja fe.

La corte de la reina Jane, si debía ser espléndida, también debía ser decorosa. Se cuenta que era estricta en cuanto a los trajes de sus damas, prohibiendo la moda francesa introducida en la corte por Ana Bolena. Se decía que sus amistades eran sólo femeninas y su reinado se caracterizó por transmitir una atmósfera severa, casi opresiva. Se preocupaba por los mínimos detalles, muchas veces sin importancia, quería que todo estuviera impecable.

Finalmente a principios de 1537, el rey recibió la buena nueva que tanto ansiaba: su queridísima esposa estaba embarazada. El embarazo de Jane le despertó un deseo incontrolable de comer perdices.El monarca ordenaba traerlas desde Calais y Flandes. Engordó terriblemente y se tuvieron que ensanchar todos sus vestidos.

A comienzos de septiembre de 1537, la reina se retiró al Palacio de Hampton Court para reposar en vísperas del gran acontecimiento. El parto fue largo y difícil, pero al final, a las dos de la madrugada del 12 de octubre de 1537, la soberana dió a luz el esperado príncipe. Enrique VIII se mostró lleno de júbilo y lloró de alegría cuando sostuvo a su hijo en brazos por primera vez, y el país estalló en celebraciones.A la edad de 46 años, el monarca había logrado su sueño. El niño fue bautizado con el nombre de Eduardo, por su bisabuelo, Eduardo IV, pero más en particular porque era la víspera de San Eduardo. Las hermanas del joven príncipe, María y Elizabeth atendieron al esplendida ceremonia de bautismo. Jane acudió al gran evento, pero aún se encontraba débil y sin fuerzas. María actuó como madrina, Elizabeth la llevaba en brazos el tío del niño, Thomas Seymour.

A los pocos días de nacer su hijo, Jane contrajo fiebre puerperal, probablemente a causa de los métodos obstétricos poco higiénicos que se emplearon en el parto. Al día siguiente después del bautizo, su salud fue empeorando cada vez más. La fiebre y la infección dominaban de su cuerpo. Desgraciadamente, Jane murió a medianoche el 24 de octubre de 1537, sólo doce días después del nacimiento de su hijo. Tenía veintiocho años y había sido reina de Inglaterra menos de dieciocho meses.

220px-Edward_VI_by_Holbein El príncipe Eduardo.( hijo de Eduardo VIII y Jane Seymour ).

El rey la consideró siempre su "verdadera" esposa, la única que fue capaz de darle el heredero varón que tanto deseaba. Tanto es así que la enterró en la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, lugar que él había destinado para su propia tumba. Ella fue la única de las seis consortes que descansó eternamente junto a Enrique VIII, y según cuentan, la que sinceramente le amó. El monarca vistió negro hasta 1538 y tardó más de dos años en volver a casarse.

Nunca sabremos si detrás de ese rostro bondadoso y servicial se escondía algo más. Su familia, los Seymour, no midieron escrúpulos hasta ver a su hermana en el trono de Inglaterra. En una corte con tantas ansias de poder, no sería de extrañar que la ambición se hubiera apoderado de ella también. Tal vez quiso actuar con cautela y sensatez, sin entrometerse demasiado en los asuntos de Estado, en vistas del trágico destino de la anterior consorte. Años después de su muerte, incluso mientras estaba casado con otra de sus esposas, Jane seguía apareciendo en los retratos reales como reina. Su especial condición como madre del heredero nunca fue olvidada.

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