Monarcas que han perdido la cabeza.
En un tiempo en donde cuestionar al monarca era cuestionar la voluntad divina, nombrar a la persona más poderosa del reino demente no era una tarea fácil.
Es por esto que la historia está llena de miembros de la realeza que no han sido diagnosticados como enfermos mentales, pero cuyas acciones y comportamiento los han calificado como locos.A continuación, algunos gobernantes que se cree perdieron la cordura:
Jorge III de Gran Bretaña e Irlanda
Reinó desde 1760 hasta 1820, tiempo durante el cual perdió las colonias americanas. Según informes, su orina estaba teñida de azul o rojo y presentaba comportamientos dementes, como intentar darle la mano a un árbol que confundió con el rey de Prusia.
Diagnósticos modernos de la causa de su conducta incluyen la esquizofrenia, trastorno bipolar y porfiria; una enfermedad sanguínea hereditaria cuyos síntomas pueden imitar los de la locura, causando confusión y orina de color rojo. Es posible que el arsénico en los medicamentos que se le administraban haya agravado su condición. Algunos expertos atribuyen el color azul de su orina a la planta genciana, comúnmente empleada como medicamento.
Carlos VI de Francia
Conocido como “Carlos el bienamado” y “Carlos el loco”, sucedió a su padre en el trono francés en 1386, a la edad de 11 años. Sin embargo, sus tíos mantuvieron el poder hasta que alcanzó los 21 años, cuando pudo restaurar el reino de la ruina y las revueltas provocadas por sus parientes.
Desafortunadamente, este periodo de tranquilidad fue breve. Convencido de que estaba siendo perseguido por sus enemigos, mató a varios de sus propios caballeros y por poco asesinó a su hermano. Sus periodos de lucidez eran cada vez menores y en sus últimos años ya no reconocía a su esposa ni familia, incluso olvidaba que era rey. Afirmaba ser San Jorge y deliraba estar hecho de cristal. Se negaba a ser tocado y utilizaba ropa que le ofrecía protección adicional para evitar que su cuerpo se rompiera.
María I de Portugal
Esta monarca gozaba de dos títulos: “María la piadosa” y “María la loca”. Fue la primera reina en gobernar por derecho propio, desde 1777 hasta 1816. Su reinado de 19 años fue el segundo más largo en la historia portuguesa. Se le consideraba una gobernante destacada y competente hasta convertirse delirante en 1786 (año en que murió su esposo y tío Pedro III).
Religiosa hasta el punto de manía, se consideraba maldita y sufría episodios de furia en los que gritaba y corría desesperadamente. El Dr. Francis Willis, que había atendido a Jorge III, llegó a la corte de Portugal y la diagnosticó con una locura. Sus tratamientos incluían camisas de fuerza, baños helados, una camisa de fuerza, formación de ampollas y baños de hielo, sangrías y enemas purgantes.
Juana I de Castilla
Mejor conocida como “Juana la Loca”, contrajo matrimonio con Felipe el Hermoso en 1496. Tras la muerte de su madre Isabella I, se convirtió en reina de Castilla en 1505. Sin embargo, su padre Fernando II de Aragón convenció a la corte de que estaba demasiado enferma para reinar. La guerra civil en Castilla forzó a Fernando II a retraer sus palabras y los tribunales reconocieron a Juana y Felipe como gobernantes.
Tras la muerte de Felipe, su padre retomó el poder y confinó a Juana a un convento, donde permaneció durante su reinado y, posteriormente, el de su hijo Carlos I durante 50 años. Se decía que estaba loca y besaba y acariciaba el cadáver de su esposo, de quien estaba tan enamorada que había perdido la cordura. Es posible que haya sufrido de melancolía, depresión o incluso esquizofrenia. Pero más probable aún es que no estaba loca en absoluto, sino que su padre e hijo perpetuaron la mentira para evitar que regresara al trono.
Zhengde, emperador de China
Nacido Zhu Houzhao, adoptó el nombre de Zhengde cuando subió al trono en 1505, convirtiéndose en el décimo emperador de la dinastía Ming. No tenía interés por los asuntos del Estado, prefiriendo concentrarse en sus excéntricos placeres. Inconforme con su gran harem, recogía a mujeres de la calle y tenía prostitutas en el palacio real. Disfrutaba beber, el aprendizaje de idiomas, disfrazarse de plebeyo y viajar incógnito. También gozaba de la caza, tanto de animales como de humanos.
El gobierno de país quedó en manos de eunucos y amigos de alto rango, quienes vendían los cargos públicos al mejor postor. Quien se atrevía a cuestionar el extraño comportamiento de Zhengde se arriesgaba a ser exiliado o ejecutado. El tirano murió en 1521, a los 31 años de edad, como resultado de infecciones que contrajo tras caer en un canal en estado de ebriedad.
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